Yoga y Concentración
La Real Academia Española (RAE) define la palabra “concentración” como acción y efecto de concentrar o concentrarse. Y no aclara mucho más. Si buscamos “concentrar” nos encontramos con ocho acepciones de las que nos interesan dos:
Reunir en un centro o punto lo que estaba separado.
Centrar intensamente la atención en algo.
Ambas las podemos relacionar fácilmente con el yoga y con el concepto más o menos fundado que tenemos de la meditación. Si llevamos la atención a nuestros pensamientos, observamos como estos se suceden de forma un tanto dispersa, mezclándose y solapándose. Por lo tanto, si conseguimos que se posen, relacionarlos y ordenarlos, podremos ofrecer sosiego a la mente y aumentar nuestra capacidad de concentración.
Mantener el estado de concentración mediante una práctica constante
Una vez más volvemos a recurrir a Patanjali que al inicio de sus Yoga-Sûtra define el yoga como la aptitud para dirigir la mente a un objeto sin distracción alguna, adquiriendo la capacidad para comprender plenamente, algo que una mente agitada no puede conseguir.
En el capítulo III asegura que mediante la práctica constante podemos mantener el estado de concentración. A partir de ahí, el hilo conductor del libro es, precisamente, cómo conseguir una mente capaz de concentrarse en lo que debe en cada momento, que no se deje distraer ni por circunstancias externas, ni por elucubraciones internas.
Por su parte, Swami Vivekananda, el más famoso de los líderes espirituales indios del siglo XIX, se refería a las olas mentales de pensamiento. Afirmaba que cuando el lago (nuestra mente) está lleno de olas no somos capaces de ver su fondo (nuestro espíritu). Estas olas mentales, según el maestro, solo se pueden dominar con práctica y contención.
Vemos que la concentración ha sido objeto de estudio y objetivo fundamental de los maestros antiguos y modernos y que sigue siendo uno de los principales desafíos para el hombre contemporáneo porque conduce a la calma, a la serenidad y, naturalmente, a la eficiencia, una cualidad muy valorada en la actualidad. La práctica del yoga y la meditación está al alcance de todos y ayuda de forma extraordinaria a mejorar la concentración en el día a día.
Posturas de yoga para aumentar la concentración
Durante la práctica de asana, llevamos la mirada a un punto concreto (drishti) y la atención a la dirección o a la acción que queremos alcanzar. Es entonces cuando surge la concentración que nos ayuda a mantener las posturas a pesar de la incomodidad o dificultad que a veces conllevan.
El ejemplo más claro lo vemos en posturas como Garudasana, la postura del águila, cuyo principal reto es vencer la resistencia que sentimos al enlazar las piernas y los brazos en direcciones opuestas sin perder el equilibrio y cuya enseñanza fundamental es la constancia y la perseverancia. Kakasana, Natarajasana o Vrksasana son otras posturas de equilibrio muy recomendables para cultivar nuestra capacidad de concentración.
Por su parte, las flexiones hacia delante como Paschimottanasana, Janu Sirsasana y Upavistha Konasana nos calman y ayudan a profundizar en nuestro interior, combatiendo la ansiedad y aumentando también la facilidad para concentrarse.
Las posturas invertidas como Sirsasana, Sarvangasana o Halasana mejoran la irrigación sanguínea del cerebro produciendo una sensación de relajación y tranquilidad muy agradable. La propia naturaleza de la postura nos invita a concentrarnos en mantenerla y estar atentos a lo que nos dice nuestro cuerpo en cada momento.
Qué duda cabe que los beneficios de una rutina de yoga no son inmediatos, pero con una práctica constante y comprometida los cambios empiezan a experimentarse enseguida. En GONG encontrarás el centro de yoga que necesitas para lograrlo: tu tercer lugar.