¿Qué es la meditación?
La meditación forma parte de un proceso de autodescubrimiento que nos lleva a conectar con nuestra auténtica esencia. El contacto con esta realidad, despierta en nosotros un estado de profunda calma y bienestar. En mi opinión, es difícil e incluso innecesario dar una definición única de lo que es la meditación, pues si dijésemos que se trata de acallar la mente, muchos se echarían las manos a la cabeza y dirían que eso es imposible, y la verdad es que, parar la mente es un proceso que lleva un arduo entrenamiento. Sin embargo, al alcance de todos, está el sosegar la mente, “bajarle el volumen a nuestro constante parloteo mental”, cultivar la atención, relajarnos…
Como en la vida, lo interesante de la meditación, es el camino. Los beneficios que vamos encontrando en el proceso meditativo son tan significativos que si se llega o no a meditar, es de menor importancia. Antes de la meditación en sí, pasos como: pararse, respirar conscientemente, relajar el rostro, tener un encuentro con uno mismo, saludarse, observar el vaivén de la atención, el famoso “mono loco” y tomar las riendas de la inhalación y la exhalación para ir alargándolas,… nos harán recibir el regalo del sosiego, de la presencia, del bienestar. Y poco a poco, con constancia y perseverancia nos iremos acercando a la meta del proceso: silenciar la mente.
Hay que tener presente que en el yoga de Patanjali, la meditación se sitúa en el séptimo escalón del yoga, antes de Samadhi, la unión mística. Aunque podemos empezar un camino de crecimiento personal a través de la meditación, que siempre va a ser un apoyo infalible, debemos tener presente los demás escalones o miembros del yoga de Patanjali y conocer bien los demás puntos que nos ayudan a crecer. Pues de nada sirve meditar si cuando salgo de la práctica mantengo conductas que no son éticas o me alimento de forma insana…por ejemplo.
La meditación, es un paso más en el camino de crecimiento personal, requiere de mucha voluntad pues lo que buscamos es entrenar la mente, y la mente es inteligencia en acción, no le gusta mucho que “la domestiquen.” Es el caballo salvaje, y no todos son aptos para poner riendas a un corcel. Exige paciencia, perseverancia y confianza en el proceso…Eso sí, una vez tengas las riendas…no querrás bajarte jamás.
Para hacerlo más accesible, puede ser de mucha ayuda, el meditar en grupo con alguien que sepa guiar el proceso.