Cómo mantener tu práctica de yoga durante tus vacaciones
De forma ideal, tu práctica de yoga, una vez implementada, debería ser un hábito que te acompañase siempre. Es decir, que ni si quiera se diese la opción de tener que dejarla a una lado durante tus viajes, tus vacaciones o el periodo estival. Como todos los buenos hábitos, cuando están implementados de forma correcta (de la misma forma que no te planteas no lavarte los dientes o no ducharte durante las vacaciones) es algo nos acompaña y se mantiene de forma natural.
Quizás lo más delicado sea alcanzar ese nivel de implementación natural en el que el buen hábito forma parte de tu rutina de tal forma que ni te lo cuestionas ,de eso hablaremos en otro momento, con lo cuál hoy dedicaremos este espacio a descubrir cómo podemos adaptar la práctica cuando nuestro ritmo diario cambia durante las vacaciones.
Simplifica
Empezaremos por señalar qué entendemos por práctica habitual. Durante el año, quizás practiques una media de una hora antes de ir a trabajar por la mañana pronto o al medio día en tu hora de comida o por la tarde tras tu jornada laboral, en un ritmo marcado por tu horario de trabajo o por tus obligaciones diarias. Cuando los horarios cambian, también lo puede hacer la hora en la que practicamos. E incluso, e importante aquí, el tiempo que le dediquemos a la práctica. Una práctica de yoga diaria o habitual puede llevarte cinco minutos. Recuerda que yoga es asana (posturas), pranayama (respiración) y meditación. Es decir, no tiene que ser una sesión física de 90 minutos. Puedes dedicar cinco minutos a observar tu respiración mediante un sencillo ejercicio de pranayama o tumbarte en savasana haciendo un recorrido mental de tu cuerpo mientras lo visualizas observando las zonas que acumulan tensión para liberarla o si prefieres algo más dinámico hacer unos cuantos saludos al sol.
Mantén la regularidad y el entusiasmo
Tal y como hemos mencionado más arriba, una vez que tu práctica se ha establecido de forma natural no sentirás la necesidad de dejarla a un lado durante las vacaciones. Pero digamos que llevas poco tiempo y que todavía estás en esa fase que se caracteriza más por un sentimiento de compromiso y disciplina que por una inclinación natural. Una sencilla regularidad ausente de expectativas será clave entonces (y más adelante). Ten presente aquello que te inspiró a iniciar la práctica en un primer momento o busca una nueva fuente de inspiración de forma que el entusiasmo sea tu motor principal.
Una actitud y ambientes adecuados
De la misma forma que te preparas para una cita o un encuentro, prepárate a nivel interno para tu cita personal contigo mismo. Busca un espacio en el que sientas puedes cultivar el vínculo con tus sensaciones internas y externas. Si viajas, puedes llevar contigo tu esterilla personal de práctica o aquellos elementos que asocies a ese momento de reconexión personal (un mala, incienso, palo santo, una figura, una fotografía), prepárate un playlist de la música que más te guste si practicas con música.
Simplifica
Paradójicamente este punto puede anular la parte de crear un ambiente adecuado que mencionábamos en el punto anterior. A veces simplemente no es posible viajar con tu esterilla o ni si quiera encontrar un espacio conveniente. Ten la certeza entonces que es posible dedicar cinco minutos a un ejercito de atención plena o meditar en el aeropuerto, el coche o incluso el metro. Eso también forma parte de tu práctica de yoga.
Disfruta
Lo más importante de todo, disfruta de tu práctica, en vacaciones y durante todo el año. Haz que sea un elemento que siga sumando y enriqueciéndote. Con dosis de disciplina cuando es necesario y bajas expectativas cuando corresponda. Ten cuenta sobre todo que es posible mantener esos vitales momentos de reconexión desde los que reconectar con el mundo exterior incluso cuando el ritmo diario cambia.
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