Origen y significado de Iyengar

Origen y significado de Iyengar

Cuando nos iniciamos en la práctica de yoga, una de las primeras palabras que oímos es “Iyengar”. Enseguida nos aclaran que es un estilo, una escuela o tradición que debe su nombre al maestro Bellur Krishnamachar Sundararaja Iyengar.

B.K.S. Iyengar nació en Bellur -un pueblo situado en el suroeste de India- en 1918, año de la terrible pandemia de gripe, conocida como “gran gripe o gripe española”, que causó decenas de millones de muertos en todo el mundo. Fue un niño enfermizo, débil y malnutrido que sufrió malaria, tifus y tuberculosis. Siendo un adolescente se fue a vivir a casa de su cuñado, Sri Tirumalai Krishnamacharya (1888-1989), en Mysore, al que se reconoce como el padre del yoga moderno. Krishnamacharya se convirtió en maestro de yoga del Marajá de Mysore. En su palacio fundó una escuela de yoga en la que además de su joven cuñado fueron sus discípulos K. Pattabhi Jois, Indra Devi y su propio hijo T.K.V Desikachar, todos ellos convertidos en reputados profesores años después. Por este motivo es difícil encontrar hoy en día un estilo de yoga cuyas secuencias o asanas no beban de las enseñanzas de Krishnamacharya.

Gracias a la práctica de asana la salud de Iyengar fue mejorando. A finales de la década de los 30, se trasladó a la ciudad de Pune. El estudio riguroso y la práctica constante le llevaron a comprender cada postura –su técnica y sus beneficios- y a definir una enseñanza basada en la precisión que comenzó a atraer cada vez a más discípulos. En 1943 se casó con Ramamani y tuvieron seis hijos. Con el tiempo se convirtió en profesor de grandes personalidades, entre otros del célebre violinista Yehudi Menuhin que le introdujo en Occidente. Desde entonces es considerado una de las máximas autoridades en la enseñanza de yoga y su legado sigue hoy presente. En 1975 fundó en Pune un instituto de enseñanza e investigación sobre yoga al que puso el nombre de su mujer: Ramamani Iyengar Memorial Yoga Institute. Falleció en Pune en 2014 a los 95 años.

Un estilo basado en la precisión
B.K.S. Iyengar valoraba la paciencia, huyendo de la prisa por pretender hacer todas las posturas. Insistía en la percepción consciente durante la práctica y defendía la necesidad de aprender, asimilar y analizar. El maestro afirmaba que el yoga no es un mero ejercicio gimnástico, sino una serie de experiencias físicas y espirituales con gran capacidad transformadora.
El estilo de yoga promovido por B.K.S. Iyengar forma parte de la tradición del Hatha Yoga. Busca la correcta alineación corporal, por lo que presta especial atención a la colocación de la columna vertebral, los hombros, las caderas y los pies. Para facilitar este objetivo utiliza soportes como sillas, ladrillos, mantas, cuerdas y cinturones. Además, hace hincapié en la
concentración durante la práctica y en la respiración.

En las clases de tradición Iyengar las posturas se mantienen durante más tiempo que en otros estilos más dinámicos como Vinyasa. Los alumnos se detienen en entrar correctamente en cada asana, alinear debidamente el cuerpo, mantenerla para obtener el máximo beneficio y salir de forma precisa y equilibrada. El profesor da las indicaciones necesarias, ajusta y
tiene siempre en cuenta las necesidades particulares de cada uno.

Esta práctica ayuda a corregir y mejorar la postura corporal al tiempo que flexibiliza y fortalece los músculos y fomenta la capacidad de concentración. B.K.S. Iyengar escribió distintos libros y textos en los que transmite el legado cultural y espiritual de esta antigua práctica y la responsabilidad de los profesores a la hora de transmitirla honestamente.

Me gustaría terminar con esta frase suya: “El yoga nos ayuda a mantener el cuerpo como un templo para que esté tan limpio como el alma”.

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Por Consuelo Serrano. Profesora de Hatha Yoga. @consueloserrano_yoga

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