Aparigraha en Yoga
Significado y origen
A lo largo de este año hemos reflexionado sobre los cinco Yama que Patanjali expuso en sus yoga-sûtra. Hemos desgranado su esencia y hemos procurado relacionarla con la práctica actual de yoga. Como sabemos los Yamas son cinco conductas que se deben respetar tanto con uno mismo como con los demás. El primero de ellos, Ahimsa, nos invita a evitar la violencia y a respetar la vida. Satya nos anima a buscar la verdad y la honestidad. Por su parte, Asteya nos recuerda que no debemos apropiarnos de lo que no nos pertenece, ni aparentar lo que no somos. Continuamos con Brahmacharya, el cuarto Yama, que nos alienta a evitar los excesos. Y finalizamos con Aparigraha -del que vamos a hablar en este artículo- que insta a poseer únicamente lo que se necesita.
Patanjali -en su Sûtra II.39 dedicado a Aparigraha- asegura que la falta de avaricia conlleva seguridad porque cuantos menos bienes se atesora, más tiempo se dispone para reflexionar y para conocerse mejor. Por el contrario, tener muchas posesiones obliga a estar pendiente de ellas y a dedicarles tiempo y energía, descuidando otros aspectos más profundos y enriquecedores.
El maestro defiende que cuando se vive de forma austera, se alcanza la felicidad y la satisfacción. Aparigraha implica renuncia y libertad al mismo tiempo: renunciar a la posesión excesiva de bienes, reconociendo que la abundancia no es un medio para lograr la felicidad, y libertad como estado que se alcanza al renunciar a esos bienes que solo producen ataduras y preocupaciones. Aparigraha no censura la posesión material, sino la excesiva, e invita a reflexionar sobre el qué y el cuánto.
Aparigraha también se refiere a no aferrarnos a las personas de manera obsesiva. Tampoco a determinados pensamientos y emociones que nos mantienen anclados en un momento o una situación determinada.
¿Cómo podemos incorporar Aparigraha en nuestra práctica de yoga?
Incluir Aparigraha en la práctica de yoga no es fácil. Quizá podríamos empezar disminuyendo el sinfín de pensamientos que nos asaltan en la esterilla. Los continuos “no voy a ser capaz” o por el contrario “tengo que conseguir” y que en muchas ocasiones solo sirven para impedirnos avanzar o, por el contrario, precipitar una práctica para la que aún no estamos preparados. Ser capaces de disfrutar de cada respiración, de cada ásana, sin anticipar cuál va a ser la siguiente. Estar presente en la práctica puntual de ese momento, de ese día. Sintiendo sus beneficios concretos, sus dificultades y, por supuesto, la evolución única e intransferible de cada uno de nosotros.
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Por Consuelo Serrano. Profesora de Hatha yoga. @consueloserrano_yoga